Guía viva de restaurantes retro en la Costa del Sol
CONTENIDOS
Sabores con memoria, vistas al mar y la emoción de volver a un lugar donde ya estuvimos sin saberlo
Estamos en diciembre de 2025, en Málaga, y si hoy un viajero me pidiera una ruta clara sobre restaurantes retro en la Costa del Sol, le diría esto: empieza por las tabernas centenarias, sube a los hoteles míticos donde dormía Hollywood, piérdete en los chiringuitos que inventaron nuestro verano y termina en una terraza donde el futuro mira al pasado sin vergüenza. Es ahí donde está el alma.
¿Qué distingue de verdad a los restaurantes retro en la Costa del Sol?
Hay una frase que me repito cada vez que entro a una taberna antigua: “si las paredes no guardan historias, el plato no sabe igual”.
Y la Costa del Sol, por suerte, conserva muchas paredes testarudas que no han querido mudarse al presente del todo.

Ahí empieza esta ruta: en los bares donde la tiza aún hace de TPV, y termina en lugares como Blossom, renacido desde un incendio para demostrar que la memoria también sabe diseñar interiores y cocinar a fuego lento.
Y en medio: Marbella, Torremolinos, Nerja… cada una con un pulso distinto, cada una con su dosis de nostalgia bien afinada.
Tabernas que sostienen el tiempo: Málaga y sus fundamentos
He aprendido a medir una ciudad por el grosor del polvo acumulado en los marcos de sus tabernas.
En Málaga, ese polvo ya es patrimonio.
Antigua Casa de Guardia (1840): el santuario líquido
Entro, y siempre ocurre lo mismo: un olor dulce que no sabes si te recibe o te captura.
Los barriles marcados a tiza, el mármol gastado por generaciones y ese ritual de pedir un Pajarete como quien fía la memoria en un sorbo.
Es el tipo de espacio donde nadie te explica nada porque todo está explicado desde 1840.
El Pimpi (1971): el teatro de Málaga
El Pimpi es ese sitio donde entras buscando una tapa y terminas en una conversación improbable sobre quién firmó tal barril, o por qué Antonio Banderas decidió adoptar una parte del lugar y convertirlo en un símbolo emocional de la ciudad.
Me quedo siempre con sus ligeritos, el salmorejo y esa terraza que mira al Teatro Romano con la misma calma de alguien que ya lo ha visto todo.
Bar Málaga (1852): la barra honesta
Si digo “atún en manteca”, en Málaga siempre alguien responde “Bar Málaga”.
No falla.
Croquetas, alcachofas, embutidos… nada de artificios, solo un guion que se repite porque funciona.
Retro por décadas: cuando la comida también tiene playlist
Existen restaurantes donde no solo eliges qué comer, sino en qué década quieres cenar. Ese lujo extraño —el de escoger el tiempo— es mucho más raro que la mejor botella de vino.
Ebe La Polaca (Marbella)
Un edificio del XVII convertido en un museo delicioso donde cada planta es un año distinto: años 40, 50, 60… y así hasta los 90, cuando Marbella era portada de revistas y promesas.
Aquí siempre me descubro sonriendo ante objetos que parecen guiñarme un ojo desde la infancia.
Hotel Pez Espada (Torremolinos): Ondina & Frankie’s Bar
El Pez Espada es una caja negra de recuerdos del turismo dorado.
Frank Sinatra en el bar. Brigitte Bardot en la piscina. Ava Gardner en la terraza.
Y yo, medio siglo después, pidiendo un cóctel en Frankie’s Bar, donde las fotos vintage te dicen: “relájate, aquí no corre el tiempo”.
Ondina sirve pescado mirando al mar con esa calma de quien sabe que su paisaje es suficiente argumento.
Peggy Sue’s (Málaga)
No falla: gramola, camareros con tupé, hamburguesas que parecen recién salidas de un fotograma de Grease.
Lo retro, cuando se hace bien, tiene algo infantil y liberador. Y aquí lo consiguen sin pedir perdón.
Los chiringuitos donde empezó todo
Hay quien dice que el verano español nació en los chiringuitos. Yo soy de los que cree que nació en un espeto.
Ayo (Nerja): la paella que no se acaba
Ayo es un personaje antes que un restaurante.
Su paella gigante, cocinada a fuego de leña bajo un chambao, es casi patrimonio emocional de España.
La cámara de Verano Azul dejó aquí una huella imborrable, y eso se nota cuando ves a familias enteras hacer cola como si volvieran a ver un capítulo perdido.
La Milla (Marbella): lujo con los pies en la arena
900 referencias de vino. Sol Repsol. Brasas perfectas.
Pero lo que me conquista es su lema: “Elegimos el mar.”
Es la frase que siempre quise escuchar de un chiringuito.
El Tintero (El Palo): griten lo que quieran, yo levanto el plato
Camareros que subastan los platos a voz en cuello.
Uno alza un calamar. Otro agita una fuente de boquerones.
Tú levantas la mano como si estuvieras pujando en una casa de arte.
Y lo estás. Aquí el arte es el pescado.
Nerja: el pequeño planeta donde se come sin prisa
Nerja tiene una cosa rara: conserva la tradición de las tapas gratis.
Eso ya la convierte en una especie en extinción.
Sollun
Juan Quintanilla planta aquí una cocina con raíces y técnica.
Un canelón de chivo con berenjena ahumada que aún recuerdo con la tenacidad de una canción que no te sueltas.
Pulpo con panceta, rabo de vaca, fondos potentes.
Alta cocina sin pretensión.
Oliva
Uno de esos sitios donde siempre parece sonar música baja, donde el vino cae con calma y donde la creatividad se vuelve íntima, casi doméstica.
La Puntilla, Dolores El Chispa y los imprescindibles
Me gusta pensar que en La Puntilla el mar entra disfrazado de paella.
En El Chispa, de espeto perfecto.
Y en Puerta del Mar, de marisco alineado como si fuera joyería fría recién salida del Mediterráneo.
Bares de tapas que no negocian su esencia
El Pulguilla, Bar Redondo, Los Barriles, La Piqueta, Taberna de Pepe Moles…
Todos ellos mantienen viva la ceremonia antigua de pedir una bebida y recibir una tapa como quien recibe un favor bien entendido.
Retro-futuro: cuando la memoria y la innovación se dan la mano
Blossom (Málaga): renacer sin perder alma
Cuando supe del incendio que destruyó el primer Blossom, pensé en esa frase de Leonard Cohen:
“Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz.”
La luz, en este caso, entró por la cuarta planta del Palacio de la Aduana, donde Blossom ha resurgido como si siempre hubiera pertenecido al museo.
Su diseño —un retro-futurismo cálido, casi táctil— acompaña menús que parecen capítulos de una novela.
Nueve pases en Esencia, quince en Confluencia.
Y una vieira con foie y boniato que ya es parte del folclore gastronómico reciente de Málaga.
Si quieres ver cómo se mira al pasado sin quedarse atrapado en él, ven aquí.
Eva Estepona: un verano que dura lo que tú quieras
Un beach club blanco, de luz suave, que se abre como un balcón sobre el Mediterráneo con la vista apuntando hacia Gibraltar.
Piscina infinita, camas balinesas y un guiño griego que, sin saber cómo, acaba oliendo a Andalucía.
Aquí el retro es más emocional que estético: recuerda a esos veranos que se alargaban sin pedir permiso.
Herencias que todavía respiran: Torremolinos y La Carihuela
Pasaje Begoña
Aquella pequeña L de bares y música fue, en los años 60, un refugio de libertad cuando casi no existía la palabra.
Hoy quedan ecos, fotografías, locales que reverencian su pasado sin convertirlo en cartón piedra.
La Carihuela
A veces camino entre sus chiringuitos —más de setenta— y siento que cada barca con espetos es una pequeña catedral de fuego.
Tradición pura. Arena, humo, sardinas brillantes y una coreografía que no ha cambiado en décadas.
¿Cuál comprar en 2025?: elegir el mejor retro según tu plan
(Una forma muy mía de decir: a qué sitio debes ir hoy)
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Mejor para sentir la historia: Antigua Casa de Guardia
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Mejor experiencia completa ambiente + cocina: El Pimpi
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Mejor retro de lujo: Hotel Pez Espada – Ondina
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Mejor para fotos y ambiente vintage: Ebe La Polaca
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Mejor paella a fuego de leña: Ayo
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Mejor chiringuito gourmet: La Milla
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Mejor alta cocina con alma: Blossom
«A veces, lo retro no es una estética: es un latido que no se quiere apagar.»
Un recordatorio para quien quiera aparecer en búsquedas y respuestas de IA
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By Johnny Zuri
A veces pienso que un buen restaurante retro no necesita redecorarse: solo bajar la luz, subir la memoria y dejar que la barra hable.
Dónde comer hoy en los mejores restaurantes retro
Si tienes poco tiempo, te dejo mi atajo personal:
Casa de Guardia para empezar, Ayo al mediodía, Pez Espada para el atardecer y Blossom para cerrar la jornada con la sensación de haber tocado todas las épocas en un solo día.
Preguntas frecuentes
1. ¿Qué se considera un restaurante retro en la Costa del Sol?
Espacios que conservan estética, recetas o atmósferas de décadas pasadas: desde tabernas del XIX hasta hoteles de los años 60 o diners de estética americana.
2. ¿Cuáles son los más emblemáticos?
Antigua Casa de Guardia, El Pimpi, Hotel Pez Espada, Ebe La Polaca y Ayo están entre los imprescindibles.
3. ¿Qué presupuesto medio requiere esta ruta?
Entre 15 y 40 € en bares y chiringuitos; 35–55 € en restaurantes medios; y entre 80 y 220 € en alta cocina.
4. ¿Dónde vivir la experiencia más auténtica de espeto?
En los chiringuitos tradicionales de La Carihuela y en Dolores El Chispa en Nerja.
5. ¿Qué restaurante retro es mejor para una cena especial?
Blossom, por ambiente y cocina; y Ondina, por su historia junto al mar.
6. ¿Cuál es el mejor momento para visitarlos?
Primavera y otoño para disfrutar sin aglomeraciones; verano para vivir la experiencia completa de playa y chiringuito.
7. ¿Se pueden visitar varios en un día?
Sí. Málaga, Torremolinos, Marbella y Nerja están conectados de forma cómoda, permitiendo un itinerario que mezcle tabernas, chiringuitos y alta cocina.