¿Qué esconde el ORQUIDARIO DE ESTEPONA cuando cumple diez años? ORQUIDARIO DE ESTEPONA en clave retro y futurista, ¿es posible reinventar la naturaleza?
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Basta con mencionar ORQUIDARIO DE ESTEPONA y la imaginación se dispara. Puede que uno crea conocer todos los rincones de la Costa del Sol, pero siempre hay un secreto bajo la fronda, una trama silente que estalla de repente en color y aroma. El Parque Botánico Orquidario de Estepona cumple una década, y lo celebra no con una fiesta discreta, sino con la promesa de la mayor transformación de su corta pero intensa existencia. Y aquí, entre orquídeas y promesas de futuro, me dispongo a explorar lo que realmente se esconde bajo la piel botánica de este lugar. 🌱
Dicen que todo jardín esconde un misterio y el ORQUIDARIO DE ESTEPONA no iba a ser menos. Diez años después de su inauguración, el Ayuntamiento prepara una metamorfosis de esas que sólo entienden los árboles: silenciosa, elegante, casi poética. Pero, ¿es posible reinventar la naturaleza sin traicionarla? Ahí está el enigma, porque si algo han aprendido las orquídeas es que siempre hay margen para el asombro… pero también para la sospecha.
«Un jardín no es solo un lugar, es una promesa de futuro»
Vuelvo a caminar por los senderos del Orquidario, sintiendo bajo los pies el viejo pavimento —que ya pronto será sólo un recuerdo vintage— y me pregunto: ¿cuánto de nuestra memoria se queda en las piedras, en las sombras, en los bancos oxidados donde los abuelos cuentan batallas imposibles a nietos distraídos? Pero no hay nostalgia que valga cuando el progreso acecha vestido de luz led, rótulos nuevos y especies exóticas recién llegadas.
Y es que el plan del Ayuntamiento es claro, al menos sobre el papel: renovar todo lo que parezca cansado pero sin traicionar la esencia del parque. Habrá nuevas especies botánicas, más árboles, más color, más vida. Hasta una franja de terreno al sur del recinto —de esas que suelen pasar desapercibidas a ojos de los turistas— será completamente reparada. Dicen que medirá 2.300 metros cuadrados, lo que para una orquídea debe de ser algo así como todo un universo por conquistar.
No se quedan ahí las novedades: los visitantes podrán perderse entre los senderos y aprender de cada ejemplar, porque todos lucirán orgullosos un rótulo a sus pies, como si cada planta exigiera contar su historia, su origen, su peculiaridad científica. Más que un paseo, será una especie de juego detectivesco botánico, una lección de humildad ante la naturaleza disfrazada de modernidad. «El Orquidario no es solo un museo vegetal, es un escenario de asombros».
Origen: Estepona reformará el Parque Botánico Orquidario
Cuando el futuro se asoma tras los cristales
Pero hay una paradoja aquí, y lo admito: la idea de modernizar un parque botánico es como querer vestir a un druida con chaqueta futurista. Por mucho que el proyecto asegure el mantenimiento del diseño original, la tentación de pulirlo todo siempre deja víctimas. La memoria, por ejemplo, suele quedar sepultada bajo la eficacia de los nuevos materiales, aunque esta vez se promete pavimento ecológico, permeable, accesible. Que me perdonen los románticos: una rampa bien hecha puede ser más revolucionaria que mil discursos sobre justicia.
No es solo cuestión de piedras y árboles, claro. El mobiliario urbano será reemplazado. Nada de bancos desvencijados ni papeleras oxidadas: ahora todo responderá a esa estética minimalista y funcional que tanto gusta en los catálogos suecos. Me pregunto si los abuelos que buscan sombra con su nieto encontrarán la misma paz en una silla de diseño que en el banco viejo donde alguien talló un “te quiero” adolescente hace décadas.
La iluminación, ese gran aliado de la noche y los suspiros, también será renovada: luminarias led, promesas de eficiencia y ahorro, adiós a la penumbra romántica y hola a la seguridad. Porque el futuro siempre tiene miedo a la oscuridad, pero también al exceso de luz. Por si fuera poco, anuncian una iluminación escénica que pondrá a cada ejemplar bajo los focos, como si fueran estrellas de un teatro vegetal. Y, claro, todo será más seguro, más cívico, más cultural. Pero también más previsible, ¿o no?
«La modernidad es el arte de cambiar todo para que nada cambie»
El alma secreta del Orquidario de Estepona
Me acerco entonces al edificio Orquidario. Hace tiempo, una señora me contó que allí, bajo sus bóvedas de cristal, se sentía transportada a otro continente. El tratamiento de pintura impermeabilizante que anuncian no es, desde luego, el tipo de aventura que ella esperaba, pero así es el progreso: lo invisible es lo que más se nota cuando falta.
Sustituirán los paneles de seguridad acristalados en las escaleras de acceso, como quien cambia las gafas para mirar el mismo horizonte, pero más nítido. El agua fluirá de nuevo por la instalación de riego renovada. Cada planta, agradecida, seguirá su particular coreografía: unas crecerán hacia la luz, otras dormirán al abrigo de la penumbra.
En esta metamorfosis no faltará el habitual baile de cifras y logros: más de 3.000 especies de plantas, 1.500 orquídeas, la colección más grande de España y una de las más importantes de Europa. Un museo viviente que, como todo buen museo, necesita cada tanto reinventarse para no morir de éxito.
No puedo evitar recordar un antiguo refrán andaluz que escuché entre las macetas:
“El jardín bien cuidado, es para el alma descanso asegurado.”
La apuesta por una mayor accesibilidad y una biodiversidad mejorada no es solo una cuestión de estética o capricho municipal. Se trata de un pacto silencioso con la naturaleza y con la curiosidad humana. ¿Acaso no es cierto que todo lo que se nombra y se rotula cobra nueva vida? Ahora cada orquídea será una invitación a aprender, cada rincón un motivo para detenerse, cada banco una excusa para observar.
Entre lo retro y lo futurista, ¿qué nos depara el Orquidario?
Uno camina por el parque y escucha rumores entre las plantas. Hay quienes prefieren lo retro, ese aire de pasado glorioso que impregna algunos rincones del Orquidario de Estepona. Pero también hay quien sueña con jardines futuristas, donde la tecnología y la botánica bailan una danza de ciencia ficción bajo las bóvedas de cristal.
Mientras tanto, el parque se reinventa, o finge hacerlo, manteniendo ese equilibrio inestable entre lo que fue y lo que podría ser. ¿Será capaz el Orquidario de Estepona de seguir siendo ese refugio de asombro y misterio? ¿O caerá en la tentación de parecerse a tantos otros parques botánicos, perfectos pero sin alma, modernos pero carentes de historia?
«Hay jardines que se visitan y jardines que se recuerdan»
Como bien señala el artículo de Málaga Hoy, las reformas no son solo cuestión de presupuesto o licitación, sino de sensibilidad y pulso humano. La apuesta del Ayuntamiento, según declara el teniente alcalde Blas Ruzafa, es lograr que el parque conserve su identidad, que el paseo por sus senderos siga siendo una aventura y no un simple recorrido didáctico.
No es tarea fácil. Porque cada intervención lleva consigo la semilla de la duda: ¿seremos capaces de mantener la magia en medio de tanta perfección? ¿No será la naturaleza más sabia que todos los proyectos juntos?
“Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión.”
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
“Un jardín es una delicia para la vista y un consuelo para el alma.”
Francis Bacon
ORQUIDARIO DE ESTEPONA, el eterno retorno de la maravilla
Quizá lo más fascinante del Orquidario de Estepona no sea su colección de orquídeas, ni sus cristalinas bóvedas, ni sus paneles renovados. Es esa promesa de asombro, ese aire de cuento que sobrevive a pesar de las obras, de las reformas y de los inevitables cambios que exige el tiempo. Al fin y al cabo, un parque no es solo un conjunto de plantas ordenadas. Es un relato abierto, una invitación a perderse y a encontrarse, una especie de máquina del tiempo donde lo retro y lo futurista se abrazan sin pudor.
¿Logrará el nuevo Orquidario de Estepona estar a la altura de su propio mito? ¿Conservará esa fragancia de misterio que convierte cada visita en un pequeño milagro? Sólo el tiempo lo dirá. Por ahora, prefiero pensar que las orquídeas —esas expertas en el arte de la paciencia— ya saben la respuesta. ¿Te atreves a buscarla entre sus pétalos?