¿Escapada a la COSTA DEL SOL en septiembre una joya escondida? Hoteles en la COSTA DEL SOL por menos de lo que imaginas
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Es septiembre de 2025, el aire en Benalmádena huele a salitre y a esa promesa del verano que nunca termina del todo. COSTA DEL SOL resplandece, pero lejos de los tópicos de siempre, yo busco rincones donde el reloj parece ralentizarse y el bullicio se convierte en rumor de olas. ¿Acaso existe un mejor momento para descubrir Torrequebrada y Torremuelle, esas dos esquinas menos transitadas, casi secretas, donde la Costa del Sol se viste de azul intenso y la tranquilidad es la moneda de cambio? Aquí empieza mi crónica, con la palabra clave —Costa del Sol— brillando en la maleta y un puñado de sueños de septiembre al alcance de todos.
Dicen que en septiembre las playas se desperezan, las sombrillas hibernan y los hoteles bajan el tono, esperando a los viajeros que no soportan las multitudes. La Costa del Sol, esa promesa de felicidad ibérica, despliega su versión más íntima y sensata justo cuando el calendario parece decir “basta”, pero el sol, testarudo, sigue regalando tardes doradas. Torrequebrada y Torremuelle, nombres que suenan a aventura y a cartas olvidadas en el buzón, emergen como respuesta a la pregunta de siempre: ¿dónde se esconde la Costa del Sol auténtica, lejos del griterío y cerca de la vida real?
“Viajar en septiembre a la Costa del Sol es como encontrar la llave de una casa sin puertas.”
Sigo el aroma del espeto y la brisa, y en mi búsqueda de las mejores ofertas hoteleras me cruzo con promesas irresistibles: hoteles con vistas al mar, un casino vibrante donde los sueños se mezclan con el tintineo de las copas, calas casi privadas y ese lujo silencioso de levantarse sin prisas. Costa del Sol, sí, pero con el filtro de lo inesperado.
Me encuentro hojeando ofertas en TravelSupermarket, donde los paquetes vacacionales bailan al ritmo del euro bajo y la libra aún sonríe a los británicos despistados. “Todo incluido” parece sonar mejor en septiembre, y uno puede, por menos de 860 libras, permitirse el pequeño exceso de la piscina infinita y el acceso ilimitado al parque acuático. Pero también está el viajero de bolsillo inquieto, que busca la mejor ganga sin sacrificar un ápice de dignidad. Para ellos, el Flatotel se convierte en refugio: apartamentos espaciosos con cocina, desde 529 libras por persona. Un auténtico milagro en la Costa del Sol de postal.
Pero también —siempre hay un pero también— surge la duda existencial: ¿es mejor reservar un paquete o ir a lo libre, buscándote la vida en Expedia? Aquí es donde la aventura empieza de verdad. Como me decía un viejo conocido en uno de esos bares donde el tiempo no existe: “A veces lo barato sale caro, pero otras veces, amigo, el ahorro es la mejor compañía de viaje.”
El tren secreto y la promesa del sur
Y mientras los turistas pelean por una hamaca en Marbella o buscan selfies en Málaga, en Torremuelle el tren local susurra promesas. Desde aquí, el mundo se abre en todas direcciones: al aeropuerto de Málaga, a Fuengirola, a los rincones donde el sur se revela sin filtros. ¿Quién necesita alquilar un coche cuando por unas monedas puedes recorrer la Costa del Sol al ritmo de un vagón con vistas al mar? La estación de Torremuelle, esa joya subestimada, es el pasaporte a una Costa del Sol distinta, menos turística y más auténtica.
“La Costa del Sol más retro no está en los folletos. Hay que caminarla.”
Me pierdo, a propósito, entre los caminos de Torrequebrada, donde los hoteles desafían la gravedad sobre acantilados y los jardines parecen esconder historias de espías y estrellas de cine. El casino late con esa energía de los lugares que fueron grandes y ahora se permiten el lujo de mirar el presente con cierta ironía. Aquí, el glamour es retro, el servicio es cálido y la vista al mar, de esas que uno guarda en la retina como un amuleto.
Y entonces me topo con una cala silenciosa. Sin chiringuitos, sin vendedores, sin ruidos. Solo el rumor del agua y el eco de mis propios pasos. La Costa del Sol parece susurrarme una vieja canción: “Quien encuentra un rincón así, encuentra el sur dentro de sí.”
Un septiembre a medida en la Costa del Sol
La magia de septiembre está en los detalles. Los vuelos desde Londres por 55 libras, las ofertas de última hora que hacen que uno se pregunte si todo esto no será una trampa demasiado dulce. Menos gente, más sol. Las terrazas, por fin, con hueco para sentarse sin reserva ni codazos. Y los hoteles de cuatro estrellas que, como por arte de magia, se hacen asequibles.
No hay que fiarse demasiado de las fotos de catálogo: la verdadera Costa del Sol se descubre andando. Recomiendo seguir las rutas a pie que muchos olvidan —como las que puedes encontrar en esta guía de la Costa del Sol— porque en cada esquina, cada escalón, cada palmera, late algo que no cabe en los portales de reservas. Es en el paseo improvisado donde aparecen las tabernas con vino dulce, los bares de siempre y las tiendas de recuerdos que solo venden postales antiguas y sonrisas sinceras.
“La diferencia entre el viajero y el turista es la curiosidad. La Costa del Sol premia a los curiosos.”
Consejos para saborear la Costa del Sol sin prisa
Una vez, alguien me dijo que la Costa del Sol no es solo un destino, sino un estado mental. Me acuerdo de esa frase cada vez que tomo el tren en Torremuelle, mientras el sol atraviesa las ventanillas y me recuerda que septiembre aquí es como una prórroga, un tiempo extra concedido por los dioses de la siesta.
Quien viaja con presupuesto, encuentra en esta zona opciones para todos los gustos. Apartamentos, hoteles todo incluido, villas familiares, y, para los más atrevidos, la posibilidad de improvisar. Comer no es problema: la oferta local va del bar de playa con espetos hasta restaurantes donde el arroz es religión. Lo difícil es decidir, porque la tentación vive en cada esquina.
No hay que perderse los eventos locales. Las fiestas, aunque menos masivas en septiembre, tienen un encanto especial. Los mercados de artesanía, las ferias y los conciertos improvisados hacen de la Costa del Sol una caja de sorpresas. Y si uno se aburre —lo cual, sinceramente, sería un milagro— siempre queda la opción de explorar otras playas, perderse en el casco antiguo de Benalmádena o incluso planear una excursión a pie hasta el faro.
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
La pregunta del millón ¿paquete vacacional o aventura libre?
Aquí entra en juego la eterna discusión. ¿Mejor la comodidad de un paquete, todo resuelto, o lanzarse a la búsqueda de ofertas, combinando vuelos y alojamiento a la carta? En septiembre, la Costa del Sol es generosa con ambos bandos. Hay ofertas irresistibles para quienes quieren despreocuparse —con piscina, buffet y pulserita— y oportunidades para quienes prefieren la emoción de reservar a última hora, jugar con las fechas y arañar euros al sistema.
La respuesta es simple y compleja a la vez: depende de tu forma de viajar. Si buscas tranquilidad, ve con la corriente y deja que el hotel te lo dé todo hecho. Si quieres sentirte protagonista de tu propia historia, lánzate a la aventura y diseña tu escapada como un sastre hace un traje. En la Costa del Sol, septiembre es tiempo de oportunidades, de planes B, de caminos por explorar.
“Viajar barato no es cuestión de suerte, es cuestión de instinto.”
“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.” (Antonio Machado)
Lo esencial: atreverse a descubrir la Costa del Sol de septiembre
Me despido de este paseo literario y solar con una advertencia: si buscas la Costa del Sol de siempre, la de la postal y el bullicio, tal vez septiembre en Torrequebrada y Torremuelle no sea para ti. Pero si quieres sentir que viajas en el tiempo, que el verano se alarga como un acorde final, aquí encontrarás ese secreto que solo algunos viajeros llegan a conocer.
Recuerda: en tu guía de la Costa del Sol tienes rutas, reseñas, mapas, trucos de transporte y consejos de ahorro para que el viaje sea solo el principio de la aventura. No hay que ser experto, solo tener ganas de descubrir.
¿Y tú, qué hotel elegirías? ¿Te atreves a caminar la Costa del Sol menos transitada? Dicen que quien viaja en septiembre aquí no vuelve igual. Tal vez, solo tal vez, el verdadero sol empieza cuando terminan las vacaciones de los demás.