El nuevo FOUR SEASONS de Marbella ya pisa fuerte sobre tierra liberada

¿Quién se interpuso en el lujo del FOUR SEASONS en Marbella? El nuevo FOUR SEASONS de Marbella ya pisa fuerte sobre tierra liberada

Estamos en julio de 2025, bajo el sol sofocante de la Costa del Sol, entre las palmeras de Marbella y las sombras largas de una historia que no todos quieren contar. En estos terrenos donde antes crecían las malas hierbas de la incertidumbre, donde se escuchaban voces de muchas lenguas bajo techos de uralita y lonas tensadas por la necesidad, el futuro del FOUR SEASONS ya tiene nombre, apellidos y permiso para soñar en mármol blanco, piscinas infinitas y cócteles sin fin.

FOUR SEASONS, esa palabra mágica que huele a sábanas limpias, a personal sonriente que no pregunta de más y a jardines donde todo parece natural aunque todo esté meticulosamente calculado, se abre camino en Marbella como un nuevo dios del confort. Pero este Olimpo del lujo no ha nacido sin dolor. Ni sin desalojos.

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Origen: Vía libre al Four Seasons en Marbella tras el golpe a la okupación

“No se puede construir el paraíso sin antes despejar el infierno”

Eso fue lo que me vino a la mente cuando supe que, hace apenas unas semanas, más de sesenta familias —algunas españolas, muchas extranjeras— fueron desalojadas por orden judicial del terreno que ocupa el antiguo camping junto a la playa del Pinillo. Aquel rincón olvidado de Marbella, donde el silencio solo se rompía por el rumor de las olas y alguna discusión a media voz, se convirtió en un campo de batalla. No había armas. Había miradas tristes. Y más de una lágrima contenida.

Pero también había algo más poderoso que la tristeza: la certeza de que la maquinaria del dinero se pone en marcha con precisión suiza cuando hace falta.

«No es un desalojo, es el inicio del lujo», diría uno de los promotores del proyecto sin necesidad de abrir la boca. Basta ver cómo más de una docena de furgones policiales rodearon la zona al amanecer del martes. Sin cámaras. Sin testigos. Con eficiencia quirúrgica.

Las familias desalojadas habían levantado con sus manos viviendas improvisadas sobre lo que será el beach club del resort. Algunos llegaron con lo puesto. Otros ya llevaban años. Pero el tiempo no siempre da derecho. O al menos no da escritura.

Marbella y el arte de fingir que todo está bien

Porque Marbella es eso: una ciudad que ha perfeccionado el arte de mirar hacia otro lado. Aquí el lujo convive con la pobreza sin tocarse. Las grandes urbanizaciones están a cinco minutos de las barriadas con goteras, pero parecen vivir en planetas distintos. Y cuando uno de esos mundos quiere crecer, el otro tiene que hacerse a un lado.

Eso es lo que acaba de ocurrir.

Ahora, con los terrenos ya “liberados” —una palabra que suena a conquista bélica más que a urbanismo—, el FOUR SEASONS Marbella se pone en marcha con toda la pompa y circunstancia que exige una inversión de 600 millones de euros.

Sí, has leído bien. Seiscientos millones. Para que unos cuantos puedan dormir como reyes donde antes dormían quienes ya no tienen reino.

“Aquí no habrá turistas. Aquí habrá dioses en albornoz blanco”

El proyecto, promovido por Ricardo Arranz, no es una ocurrencia. Es una obra de ingeniería emocional pensada para ese tipo de viajero que no quiere vacaciones, sino experiencias exclusivas. El hotel, de cinco estrellas gran lujo —por si alguna estrella más pudiera caber en el firmamento— será el alma visible de un complejo que incluye villas residenciales y un beach club de estética similar al icónico Four Seasons Surf Club de Miami.

Si alguna vez has pasado por el de Miami, ya sabes de qué hablo: cabañas de teca, camareros invisibles hasta que los necesitas, y un aura de intocable perfección que hace que te sientas culpable si bostezas en público.

Marbella quiere eso. Marbella lo necesita. Marbella siempre ha querido ser más Miami que Málaga.

Un monstruo bello de 400.000 metros cuadrados

La dimensión del proyecto impresiona: 400.000 metros cuadrados de suelo frente al mar en la zona este de Río Real. ¿Su promesa? Crear 4.000 empleos durante las obras y 750 empleos fijos para cuando el complejo abra sus puertas.

Claro, nadie dice a quién irán esos empleos. Ni cuánto durarán. Pero en el discurso oficial todo suena limpio, ordenado, eficaz.

“Ya es una realidad”, ha dicho Arranz. Lo dice con tono de conquista, como quien ha vencido al último obstáculo. Y en cierto modo, así ha sido.

Porque los trámites urbanísticos ya están listos. Las excavadoras ya esperan su turno. Los papeles están firmados. Y el silencio que ha dejado el desalojo se mezcla ahora con el eco lejano de lo que vendrá: martillos neumáticos, grúas y promesas en forma de render.

“Los pobres no desaparecen, solo dejan de molestar”

Eso no lo ha dicho nadie. Pero flota en el aire como el perfume caro que cubrirá dentro de poco estos senderos de tierra donde hoy aún quedan restos de hogueras y colchones viejos. El lujo tiene una extraña capacidad para borrar huellas sin dejar manchas.

Y Marbella, siempre experta en este tipo de hechicería, vuelve a demostrar que puede reinventarse con cada amanecer. Aunque eso implique barrer debajo de la alfombra a quienes no encajan en la postal.

Como explica esta noticia de Preferente, todo ha sido perfectamente legal. Pero no por legal deja de ser incómodo. Y no por incómodo deja de ser cierto.

La ironía de un paraíso que necesitó una orden de desahucio

Nadie escribe canciones sobre el urbanismo. Nadie quiere escuchar poemas sobre licencias de obras. Pero el lujo, ese lujo que ahora se prepara para brotar como un jardín zen sobre las ruinas de un antiguo camping, no existiría sin ese tipo de papel mojado que a menudo huele a burocracia y a sentencia judicial.

“El comienzo de las obras del hotel ya es una realidad”, ha dicho Arranz con tono triunfal. Y uno se pregunta si lo que ha comenzado no es también otra etapa más de esa Marbella que nunca descansa, siempre en construcción, siempre reinventándose para que el oro reluzca y el barro se olvide.

«A veces, construir el futuro requiere olvidar demasiado rápido el pasado»

La historia la escriben los que tienen escritura

Y en Marbella, como en tantos otros lugares del mundo, la historia del presente la escriben quienes pueden demostrar propiedad. Todo lo demás —los sueños, los intentos, los años vividos en un terreno— solo cuentan como notas al pie.

Eso no es nuevo. Pero tampoco es justo. Es simplemente lo que es.

Así que la próxima vez que camines por el nuevo FOUR SEASONS de Marbella, entre fuentes minimalistas y jardines que parecen diseñados por los dioses, recuerda que bajo cada baldosa hubo una historia. Y que, aunque ahora no se vea, hubo un día en que el único lujo de quienes vivían allí era tener un techo que no se volara con el viento de levante.

¿Puede el lujo construirse sobre la ceniza de otros sueños?

«El dinero construye palacios. La necesidad, chabolas. Y a veces, están una encima de la otra.»


“No hay paraíso sin expulsión” (Recordando a Milton)

“Quien tiene tierra, tiene ley. Quien no, tiene suerte” (Refrán popular andaluz)


El lujo del futuro ya tiene permiso para instalarse en Marbella

Pero… ¿quién recuerda lo que había antes?

¿Dónde termina el progreso y empieza el olvido? ¿Puede el lujo ser puro si ha sido sembrado sobre desalojos? ¿Nos hemos acostumbrado demasiado a que el confort ajeno siempre exija el sacrificio de otros?

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